El amor de Dios es infinito.
Nunca nos cansemos de pedir perdón
Dios no se cansa de perdonarnos, somos nosotros los que pensamos que no somos más dignos de perdón. Su misericordia es infinita.
“A ti la alabanza y la gloria, ¡oh Dios, fuente de la misericordia y el amor!
Yo me hacía cada vez más miserable y tú te me hacías más cercano.
Tu mano estaba pronta a sacarme del fango y lavarme, pero yo no lo sabía”. San Agustín